Dentro de la amplísima producción periodística de Tablada —practicó el periodismo durante más de cincuenta años, entre 1890 y 1945--sobresalen los artículos dedicados al arte. Sin restar importancia a los de crítica literaria, en aquella colección la calidad de la producción del autor es más irregular, y en ocasiones tiende a salir del paso con una cadena de citas enlazadas por brevísimos comentarios.
Consciente de los excesos juveniles, continúa:
Concedimos al ejercicio literario excesiva importancia, que está
muy lejos de tener en las sociedades en formación como la
nuestra, y nos exasperaba la simple enunciación de aquella verdad
spenceriana que restablecía las inviolables jerarquías: 'el arte es la
flor de las sociedades' (1937, 244-45).
Pero termina justificando y viendo el lado positivo de esta actitud: Porque a pesar de sus defectos, todos explicables y disculpables por un exceso de cualidades positivas: un formidable ímpetu vital y un amor frenético por el arte, aquella juventud era sabia, entusiasta y cultísima. (1937, 245)
En cuanto al estilo de la crítica de arte tabladista, no asombra que siga las mismas líneas que su crítica literaria. Así, en su primera época es de fuerte tinte modernista. En ocasiones el cuadro o grabado aparecen como un pretexto para una breve narración literaria que adereza con la cita pertinente de algún poeta. A manera de ejemplo, y como conclusión, baste la siguiente muestra, tomada del número de la segunda quincena de enero de 1902 de la Revista Moderna, sobre Steinlen:
Una selva virgen sin fin y sin misericordia, un bosque hirsuto y
trágico, una gran arboleda de pesadilla y de maldad ... Los
gruesos troncos espinosos, las ramas en zig-zag, tienden y erizan
sus obstáculos; tras de los primeros términos las multitudes se
precipitan y aullan; van pisando abrojos, regando sangre y sin
embargo sus bocas suspiran y cantan ... Pulula aquel hormiguero
de hombres y mujeres y todos van hacia delante con los labios
secos y las miradas ardientes ¡Ahí viene la monja más blanca que
un lirio, con su traje más negro que el dolor...! Ahí viene la
emperatriz que abandona su palacio, como la monja deserta su
claustro ... Todos corren hacia adelante, hacia adelante, pisando
las rosas de la selva y los montones de oro; corren hollando los
decálogos mundanos y sobre las prohibiciones celestes, corren las
princesas y los pajes, corren todos los humanos y símbolo de esos
deseos son esos príncipes que en primer término fulguran.
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