jueves, 10 de diciembre de 2009

AnTeSaLa A lA oNtOfóBiA


Porque esta vida es insufrible: seca como el bacalao, monótona como un reloj, pálida como los fantasmas, y las más de las veces sin chiste y sin gracia, todos procuramos estar el menor tiempo posible en ella: a la primera oportunidad nos evadimos hacia el sueño diurno o por la ventana del televisor o a bordo de la butaca de un cine o a través de la lectura, y hasta hay quienes, por impaciencia y hartazgo, deciden cortarla rebanándose las venas o ahogándose en la almohada de los narcóticos. No importa el modo: cada cual elije el más acorde con sus recursos y debilidades, pues lo mismo sirve un galón de brandi que un novelon de Tolstoi, una cancioncita pegajosa y recurrente o un billete de lotería capaz de ilusionarnos.
Siempre estamos dispuestos a la fuga, a poner en el radar de la conciencia la s imágenes que vienen de la fantasía, porque las que proceden de la vida son generalmente un fastidio: vivimos de espaldas a la realidad, sino la mayor, sí la mejor parte del tiempo, y salvo algunos masoquistas que se aferran a la insípida cotidianidad y no la sueltan, los demás, soñadores y distraídos, somos una legión de sonámbulos que vamos por las calles con los ojos en blanco pensando en otra cosa. Y es que aparte del amor (que al fin es otro sueño) son pocos los motivos por los cuales uno baja de buen grado al mundo, normalmente lo que nos lleva a él es el dolor o el hambre.

Filosofía para inconformes

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