miércoles, 16 de diciembre de 2009

Tlapalería y las voces.



Elena Poniatowska narra, decía Octavio Paz, como los pájaros que en un parque ven, callan y luego cantan. Quizá por eso son sus historias un mar de personas y situaciones que representan un medio social, el mexicano, y su pluralidad de clases y prototipos, para generar con ello obras narrativas que son revisadas por propios, mexicanos, como un acercamiento a lo personal, y por extraños, extranjeros, como pequeñas muestras de que, después de todo, seguimos siendo un pueblo de tradiciones anquilosadas.

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Tlapalería es el conjunto de cuentos más reciente editado por la autora, nacida en París. Las historias que lo componen son un acercamiento no sólo al México tlapalero -el que lo tiene todo, como en la tradicional tienda de aditamentos y miscelánea que le da título-, sino también a la diversidad de actos que componen la existencia humana. Nuestra razón, nuestra esencia, lo que nos distingue de otras especies.

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En ese sentido es destacable "Tlapalería", cuento que, en cierta medida, le da título al material. Hecho con muy breves pedazos de descripción a los cuales siguen invariablemente voces en estilo directo de personajes que, si bien uno no identifica, sí relaciona con su portador, quizá hasta atribuyéndole características físicas que nadie nos describe, que definitivamente no están ahí, "Tlapalería" es el resultado de lo que Elena sabe hacer, y que ha perfeccionado por décadas: ver, oír, callar, y luego narrar.

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¿Quién no ha entrado en una tlapalería, sentido el aroma de solventes y polvos de construcción, comprado algún tornillo, una tuerca, una escoba, un poco de acerrín? ¿Quién no ha salvado la regadera de la casa vieja con un pequeño alambre, ése que sería inútil para sociedades como la estadounidense, en que lo que no es nuevo no sirve para nada? ¿Quién no ha visto resurgir, gracias a lo adquirido en una tlapalería, imponentes pisos, bien fraguados techos, excelentes camas? ¿Quién no ha escuchado sus voces, que piden todo, que no piden nada, que se lo llevan de a tres cuartos, de a cinco kilos, de a diez pesos? ¿Quién no ha entendido, escuchando las voces de dependientes y clientes, que la vida es una película que pasa, llena de objetos indifentes, pero que es en la capacidad de escuchar que se localiza el poder de vivirla plenamente?

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Tlapalería y "Tlapalería" son títulos de cuidado. Hay que entender que somos el otro para poder acceder a ellos. Hay que ser el otro para comprenderlos. La labor de su lectura exige, por ende, total incomprensión de lo que es ser alguien más, y al mismo tiempo total conciencia de que se es, se quiera o no, uno y todos, todos y ninguno.

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