martes, 15 de diciembre de 2009

Tablada en términos de crítica



Dentro de la amplísima producción periodística de Tablada —practicó el periodismo durante más de cincuenta años, entre 1890 y 1945--sobresalen los artículos dedicados al arte. Sin restar importancia a los de crítica literaria, en aquella colección la calidad de la producción del autor es más irregular, y en ocasiones tiende a salir del paso con una cadena de citas enlazadas por brevísimos comentarios.

Algunos artículos de índole predominantemente informativa ciertamente enumeran y describen muy suscintamente, por ejemplo, los cuadros de una exposición. En este ámbito, sin embargo, le es más difícil utilizar este recurso, y se ve obligado a profundizar más en el tema. En el amplio campo del arte escribe sobre pintura -sin duda los artículos más numerosos—, escultura, arquitectura y artes populares.

Como en su crítica literaria, en la crítica de arte, especialmente en su primera parte, es patente una visión estética donde predomina la teoría del arte por el arte, que más tarde se matizaría y menguaría sin duda debido a la influencia de los estudios esotéricos que el poeta realizara con mayor sistematicidad y convencimiento en el último tercio de su vida. Al hablar de Ruelas y del grupo de amigos que se reunían en el estudio del pintor, con un tono de autocrítica, escribe Tablada, sufriendo nosotros el extravío de creer en el 'arte por el arte', todos los medios parecían buenos para conseguir el fin estético, y la indispensable 'torre de marfil' se convirtió en caja de sutiles reactivos químicos y en gabinete de magia negra.

El radicalismo de la religión del arte exigía el sincero desprecio hacia el burgués, y burgués era todo el que no pensaba como nosotros en asuntos estéticos, pues los sociales y económicos nos parrecían muy secundarios. Era toda una dislocación de categorías que llegaba en su grotesca ingenuidad hasta a hacernos creer que la sociedad ideal sería integrada y regida por poetas más o menos baudelerianos, o en salmuera de ajenjo como Verlaine, o doctorados en el claroscuro satánico del aguafortista Rops, o escenógrafos de Misas Negras como Huysmans (1937, 244).
Consciente de los excesos juveniles, continúa:


Concedimos al ejercicio literario excesiva importancia, que está
muy lejos de tener en las sociedades en formación como la
nuestra, y nos exasperaba la simple enunciación de aquella verdad
spenceriana que restablecía las inviolables jerarquías: 'el arte es la
flor de las sociedades' (1937, 244-45).

Pero termina justificando y viendo el lado positivo de esta actitud: Porque a pesar de sus defectos, todos explicables y disculpables por un exceso de cualidades positivas: un formidable ímpetu vital y un amor frenético por el arte, aquella juventud era sabia, entusiasta y cultísima. (1937, 245)



En cuanto al estilo de la crítica de arte tabladista, no asombra que siga las mismas líneas que su crítica literaria. Así, en su primera época es de fuerte tinte modernista. En ocasiones el cuadro o grabado aparecen como un pretexto para una breve narración literaria que adereza con la cita pertinente de algún poeta. A manera de ejemplo, y como conclusión, baste la siguiente muestra, tomada del número de la segunda quincena de enero de 1902 de la Revista Moderna, sobre Steinlen:

Una selva virgen sin fin y sin misericordia, un bosque hirsuto y
trágico, una gran arboleda de pesadilla y de maldad ... Los
gruesos troncos espinosos, las ramas en zig-zag, tienden y erizan
sus obstáculos; tras de los primeros términos las multitudes se
precipitan y aullan; van pisando abrojos, regando sangre y sin
embargo sus bocas suspiran y cantan ... Pulula aquel hormiguero
de hombres y mujeres y todos van hacia delante con los labios
secos y las miradas ardientes ¡Ahí viene la monja más blanca que
un lirio, con su traje más negro que el dolor...! Ahí viene la
emperatriz que abandona su palacio, como la monja deserta su
claustro ... Todos corren hacia adelante, hacia adelante, pisando
las rosas de la selva y los montones de oro; corren hollando los
decálogos mundanos y sobre las prohibiciones celestes, corren las
princesas y los pajes, corren todos los humanos y símbolo de esos
deseos son esos príncipes que en primer término fulguran.

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